
Este año debe ser un año para desgastarse en pro de la visión del reino de Dios. Si los jóvenes usan su tremendo potencial para agradar a Dios, pueden cambiar la historia del mundo. Los invito a trabajar, sin perezas ni excusas, con libertad pero con responsabilidad, con amplitud, pero con santidad. Y ahora... a dar fruto.
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